En el momento que el café estaba listo ella tenía la precisión de salir de la ducha, las primeras veces le insistí en darle una taza de café pero como siempre la rechazaba preferí ofrecerle un cigarro, por lo menos eso no lo rechazaba de manera tan tajante. Al cabo de unos minutos ella se vestía para regresar a su monotonía y yo me tiraba en la cama a esperar a que algo sucediera.
Ella siempre me daba una mirada al salir que me intrigaba, aún no sé si es una mirada de rechazo o culpa de lo sucedido; después de un rato preferí levantarme y salir a dar un paseo y que todo se aclarara, por alguna razón me sentía culpable sin siquiera serlo.
Al cabo de caminar y dar vueltas sin rumbo fijo regresé a mi casa allí estaba ella de nuevo, sobre la cama sollozando y balbuceando palabras, era la primera vez que la veía en tan mal estado, la abrace y comenzó a llorar con más intensidad.
Nos quedamos dormidos los dos sobre las sábanas de la cama, al despertar solo encontré su silueta marcada sobre la cama y una pequeña nota: "no le puedo hacer esto a mi esposo".
Al día de hoy aún no sé porque estaba llorando ese día o si la razón fui yo, pero desde entonces prendo un cigarro de vez en cuando después del sexo.