miércoles, 18 de julio de 2012

Reflejo


Fue rápidamente al baño para lavarse las manos y quitarse la suciedad de entre los dedos, hizo lo mismo con la cara intentando quitar esa mugre que se le impregnó hasta los huesos, miró por el rabillo del ojo su reloj que con dificultad marcaba cerca de las 3 de la mañana, ya que se había estrellado la carátula, levantó la mirada y se miró en el espejo lo que pareció horas.
Su cara aparentaba alrededor de los 40 cuando apenas había superado la brecha de los 30. Se tocó ligeramente los pómulos y bajando lentamente las manos observó que ya albergaba unas ojeras de lo que parecían unos cuantos días, su cabello mostraba unas tonalidades grisáceas y una barba de varias semanas sin cuidar. Encendió la tele, la noticia estaba en todos lados.
¿Por qué yo? fue lo primero que le vino a la mente ¿En qué momento sucedió todo esto? su mente no podía procesar todo lo sucedido.
Miró por la  ventana del motel, no le pareció ver a nadie sospechoso, se sentó sobre la silla sacó una cajetilla de cigarros de su chamarra de cuero y lo prendió con su bic guardado en uno de los bolsillos del pantalón; intentó relajarse un poco pero el sueño fue más fuerte que su necesidad de estar despierto.
Al despertar se encontró en un cuarto obscuro no reconocía nada, quiso levantarse de la silla en la que estaba sentado pero se percató atado de pies y muñecas, su corazón se aceleró, sus respiraciones eran cada vez más frecuentes -tranquilizante- dijo una voz, respiró más tranquilo para no hiperventilarse e intentó recordar cómo llegó ahí pero su único recuerdo fue llegar a aquel motel ¿Cómo sucedió? nadie lo seguía estaba seguro -tranquilo no pasa nada- repitió la voz, intentó localizar de dónde provenía aquella voz pero no logro ver nada. Después de un rato sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y pudo notar una figura enfrente de él, al parecer en la misma situación, ¿Quién eres? fue lo primero que salió de su boca -Lo de menos son las presentaciones- su voz le parecía familiar pero no lograba reconocerla ¿Qué es éste lugar? preguntó más tranquilo -parece ser una habitación bastante amplia- de pronto se escucharon unos pasos a lo lejos, pesados y secos, se arrastraban desde una esquina del cuarto pam-pam parecían tener cierto ritmo si uno prestaba atención, PAM-PAM cada vez estaban más cerca y por el sonido parecían venir de una persona bastante alta y robusta.
-Al parecer es mi turno, lástima que no tuvimos tiempo de conocernos-  se escuchaba como se arrastraba la silla a lo largo del cuarto, su corazón se volvió a acelerar ¿A dónde se lo llevaban? ¿Quién se lo llevó? ¿Él es el siguiente? Ese sentimiento de soledad y de sentirse tan vulnerable era lo que más lo desesperaba.
Después de unos minutos y no escuchar más que su respiración y latir del corazón se desesperó, intentó quitarse aquella cuerda que lo tenía amarrado a la silla pero fue inútil hacerlo, no servía de nada moverse o tratar de liberar los brazos, sería más probable que se dislocara uno antes de poder liberarse. Sus ojos seguían sin poder ver más allá de unos cuantos metros, ningún olor salía del lugar, ningún sonido sobresalía y no sentía alguna brisa de viento, era la nada.
Al cabo de un rato, había perdido la noción del tiempo pudieron ser minutos o incluso horas, escuchó de nuevo los pasos de esa persona robusta; su corazón comenzó a latir más y más rápido ¿Será una muerte lenta? ¿Acaso podrán encontrar su cuerpo para poder darle un digno entierro? de todas las preguntas las que más le aterraba responder era si sufriría.
Lo tomó del respaldo de la silla y lo arrastró por toda la habitación, o lo que parecía ser una habitación, su mente no pudo evitar llorar y suplicar por su vida -No lo hagas- gritó entre llantos, -Puedo darte mucho dinero- aunque sabía que no podría conseguir ni un quinto en ese momento, intentó de todo pero no sirvió de nada. Lo arrojó por los aires y chocó con el suelo de lado, incluso se golpeo la cabeza, enfocó un poco pero fue inservible, era otro cuarto obscuro sin luces o alguna muestra de luz; de la nada una voz algo gruesa retumbó en sus oídos -bienvenido- el corazón dejó de latir por un instante y toda su atención se fue a esa voz que surgía de entre la nada - disculpa la rudeza, prometo que esto no durará mucho- su mente comenzó a divagar por todas las posibles muertes dolorosas que conocía -quiero que sepas que era inevitable lo sucedido, pero creo que lo entenderás después de un tiempo- pudo ver como una sonrisa perfecta y perturbadora salía de entre las sombras del lugar. 
Algo lo levantó y lo puso de nuevo de pie mientras escuchaba como algo pesado se movía, sabía que era inútil enfocar debido a la oscuridad del lugar sin embargo lo intentó una vez más, logró ver la silueta de lo que parecían unas sillas. De la nada se prendieron unos focos alumbrado cada silla, sus ojos se estaban acostumbrando a la luz pero logro visualizar unos objetos borrosos -fantásticas obras de arte ¿no te parecen?- dijo de nuevo la voz entre la obscuridad -jamás encontrarás algo igual- sus pupilas lograron adaptarse a la luz y ver lo que tenía enfrente de él, eran ellos, todos ellos, los 7 formados en línea viéndolo a él, sus ojos que aún mostraban ese último respiro de vida lo observaban fijamente, intentó desviar la mirada pero unas manos enormes lo tomaron de la cabeza e hicieron que los viera, uno por uno, de la nada una respiración acelerada se escuchaba al lado de él -¿No te parecen hermosos?-, intentó voltear pero las manos enormes no lo permitían, -espero que entiendas todo esto pronto- esta vez la voz estaba sobre su hombro; se movió desesperado intentando liberarse pero solo provocó una carcajada de él, -me parece interesante tu valentía de pelear incluso en estos momentos pero es en vano, quiero que sepas- sabía que esas palabras eran ciertas pero no podía evitar intentarlo, quizá ese milagro podría suceder. Su mente estaba perdida, sabía que no había poder humano que lo liberara y optó por resignarse -veo que has cedido al fin- suspiró una vez más y puso la vista en el único que estaba enfrente de él 
-veo que lo vas entendiendo 
-¿Qué deseas de mi? ¿Qué quieres que haga?
-lo mismo que he estado haciendo por los últimos días
Su corazón latió más y más rápido
-ya no hay quién me detenga, y quiero que lo entiendas
-¿Por qué yo?
-eres el único que puede
Una gota de sudor frío recorrió su frente y pasó por su cuello
-de entre miles de personas ¿Soy el único?
-no lo comprendes aún ¿Verdad?
-por supuesto que no ¿Por qué debería?
La voz dejó de hablar y se puso enfrente de él, logró sentir su respiración pesada, lo tomó de los brazos y distinguió una cara, lo supo de inmediato, su cuerpo tembló, su mente no dejaba de pensar ¿Cómo? ¿Por qué?, su corazón iba a mil por hora, el estómago se le revolvió y le comenzó a faltar el aire -jajajaja magnífico, lo comprendes al fin, pensé que eras un poco más listo y te darías cuanta antes- se escuchaba como unos pasos se alejaban de donde estaba e iban a los cuerpos -creo que ya sabes por qué lo hice-, de esa ausencia de luz salió un cuerpo yendo de frente a los cuerpos, tenía un saco de lo que parecía una tela muy cara, un peinado que iba acorde a su traje caro y unos zapatos negros, tan negros como la obscuridad que lo rodeaba; intentó responder pero el shock aún era muy grande para él -tomaré eso como un no- las ideas no fluían a su cabeza. 
Las manos que le sostenían la cabeza dejaron de apretarlo, en un abrir y cerrar de ojos todo se prendió, el lugar era muy amplio se podría guardar un avión fácilmente, no había cajas o máquinas incluso polvo, miró a todos lados hasta que pudo observarlo: la misma piel, el mismo pelo grisáceo, una barba un poco mejor cuidada, los ojos verdes y sin ojeras, labios un poco prominentes y unas cuantas arrugas, un escalofrío recorrió su cuerpo y tez se tornó pálida, era idéntico a él, a diferencia del traje y la barba cuidada, pero era él, era como mirarse en un espejo sólo que esta vez el reflejo se movía a su antojo -espero ya lo entiendas, no quiero tener que explicarlo- las palabras parecían no querer salir, como si hablara en una lengua extraña -ahora que lo entiendes será más fácil, no tendré que ocultarme-, su corazón parecía reventar, -eso que tanto evades de mi, es parte de tu naturaleza, recuérdalo muy bien-, el lugar se encogía cada vez más, las luces se apagaron, su respiración se agitó más y más hasta desmayarse.
Despertó, seguía en la misma habitación del motel con la tele prendida y sobre la silla, la noticia seguía hombre blanco, cerca de sus 30 había matado a más de 3 personas, favor de llamar a la policía en caso de verlo y ponían una foto del sospechoso, fue a lavarse la cara una vez más y olvidar aquella pesadilla, levantó la mirada al espejo y lo vio una vez más: él, con ese traje bastante caro, la barba muy cuidada y el peinado muy formal; le sonrió mientras tomaba sus cosas para salir de aquel cuarto y no volver jamás.

viernes, 6 de abril de 2012

EL Gran Truco


Gustavo, sentado en su mecedora repasaba las fotos de juventud mientras recordaba su gran éxito como mago, el Gran Enigma, miraba sus fotos de viajes por Rusia, Francia, España y hasta China todas al lado de su musa y ayudante, Irina. Llegaban a su mente todos los trucos que habían hecho, uno tras otro como una pequeña película que sólo pasaba ante sus ojos culminando con ese trágico truco, "si no hubiera estirado tanto la cuerda, si yo hubiera estado del otro lado, si hubiera repasado más el truco, si.. si..." siempre se decía, sabía perfectamente que no era su culpa, "gajes del oficio" como decían, pero era inevitable pensar que pudo evitar aquel mal rato que siempre lo deprimía.
Después de vivir de una manera estable ahora apenas podía vivir, con trabajos pagaba la renta de su pequeño departamento, ya nadie lo reconocía, su larga trayectoria de mago parecía no servir de nada y se tenía que conformar con pequeños trabajos que le permitían vivir día a día, le causaba algo de risa el ver como la vida le hizo jugar a la ruleta rusa y ésta solo lo dejó agonizando.
Una mañana mientras leía el periódico encontró un anuncio "se solicita mago", probablemente era lo que necesitaba, ese rayo de esperanza para su vida de errores y regresar al mundo que una vez perteneció, sacó si mejor traje, su juego de cartas y su sombrero de la suerte. Al llegar al lugar, como imaginaba, encontró un sin fin de magos; altos, chaparros, gordos, delgados, viejos, jóvenes, extranjeros y nacionales. Esperó cerca de 30 minutos y pasó a su prueba, se acomodó el traje, sacó las cartas y se puso el sombrero. Pasados veinte minutos salió del pequeño cuarto con el ya clásico nosotros le llamamos en su cabeza.
Al día siguiente cuando estaba apunto de desayunar sonó su teléfono, había conseguido el trabajo. Se alistó de nuevo poniéndose sus mejores ropas y su mejor loción. Llegó temprano y repasó en su mente todos los trucos que conocía, cuando de pronto entró un pequeño niño, era imposible no pensar en el niño que nunca tuvo con Irina, lo saludó amablemente mientras se escuchaba a lo lejos la voz de una señora que muy probablemente buscaba al niño; Gustavo le entregó una carta, el joker, a la par lo despeinaba ligeramente y le decía que regresara con su madre. Después de éste suceso Gustavo no pudo evitar dar un suspiro que parecía no terminar, metió la mano a uno de sus bolsillo y sacó una foto de su musa, hizo una pequeña sonrisa y dijo -Debes ver éste truco, sin duda será el mejor de todos-.
Gustavo subió al escenario, las personas lo miraban atentamente, tomó su juego de cartas y las luces se apagaron para no volverse a prender.

lunes, 19 de marzo de 2012

90 Segundos


Santiago estaba en la esquina de siempre esperando ese eterno cambio de color verde a rojo, culpándose por despertarse tarde y haberse desvelado viendo aquella película donde Pedro Infante interpreta a 3 personajes distintos, veía desesperadamente su reloj que marcaba 7:55 am cuando alzó la cara y pudo verla: pelo un poco corto y castaño, algo a la moda, ojos pequeños que se ocultaban detrás de unos lentes que le daban un look intelectual y una tez blanca que le hacía pensar que no salía muy seguido de su casa; usaba una blusa de de manga corta blanca con una foto de lo que a él le pareció ser John Lennon, mientras le cruzaba un pequeño morral por en medio de sus senos y unos jeans rotos que se ve que le costaron tiempo en desgastar. Los minutos parecían eternos, lo que él en un principio quería que avanzara ahora sólo quería que se detuviera un minuto más, cuando menos pensaba ella levantó la cara y lo miró, fue entonces cuando su mente voló con diferentes conversaciones:
-Hola, te vi de lejos y me pareces muy linda ¿Podrías decirme tu nombre?
-Claro, Adriana.
Sí, seguro eso funcionaría, se dijo sarcásticamente.
-Oye, linda playera, veo que eres fan de John Lennon
-Algo, aunque creo que estaba adelantado a su época.
Eso o probablemente ella pregunte ¿Quién demonios es John Lennon?
-Hola
-Hola
Esa era, bien dicen "al buen entendedor, pocas palabras". Se imaginó después saliendo por un café, yendo al cine o simplemente riendo por alguna tontería, su mente se perdió en ese mundo y cuando al fin regresó de aquél reino la vio pasar a su lado, su cuerpo pasó por miles de reflejos: su respiración aumentó, sus pupilas se dilataron, el corazón parecía tener una taquicardia, su boca se secó, sus oídos parecían no percibir sonido alguno; intentó hacer sonido alguno pero fue inevitable, su cuerpo parecía traicionarlo y no responder por más que lo deseaba, la vio por el rabillo del ojo y se cruzaron por última vez sus miradas.
Santiago intentó estirar su brazo pero solo pudo mirar de nuevo su reloj "diablos 7:57, voy tarde", se dijo, y apretó el paso dejando en un último suspiro su pregunta al aire "¿Y si...?".