Gustavo, sentado en su mecedora repasaba las fotos de juventud mientras recordaba su gran éxito como mago, el Gran Enigma, miraba sus fotos de viajes por Rusia, Francia, España y hasta China todas al lado de su musa y ayudante, Irina. Llegaban a su mente todos los trucos que habían hecho, uno tras otro como una pequeña película que sólo pasaba ante sus ojos culminando con ese trágico truco, "si no hubiera estirado tanto la cuerda, si yo hubiera estado del otro lado, si hubiera repasado más el truco, si.. si..." siempre se decía, sabía perfectamente que no era su culpa, "gajes del oficio" como decían, pero era inevitable pensar que pudo evitar aquel mal rato que siempre lo deprimía.
Después de vivir de una manera estable ahora apenas podía vivir, con trabajos pagaba la renta de su pequeño departamento, ya nadie lo reconocía, su larga trayectoria de mago parecía no servir de nada y se tenía que conformar con pequeños trabajos que le permitían vivir día a día, le causaba algo de risa el ver como la vida le hizo jugar a la ruleta rusa y ésta solo lo dejó agonizando.
Una mañana mientras leía el periódico encontró un anuncio "se solicita mago", probablemente era lo que necesitaba, ese rayo de esperanza para su vida de errores y regresar al mundo que una vez perteneció, sacó si mejor traje, su juego de cartas y su sombrero de la suerte. Al llegar al lugar, como imaginaba, encontró un sin fin de magos; altos, chaparros, gordos, delgados, viejos, jóvenes, extranjeros y nacionales. Esperó cerca de 30 minutos y pasó a su prueba, se acomodó el traje, sacó las cartas y se puso el sombrero. Pasados veinte minutos salió del pequeño cuarto con el ya clásico nosotros le llamamos en su cabeza.
Al día siguiente cuando estaba apunto de desayunar sonó su teléfono, había conseguido el trabajo. Se alistó de nuevo poniéndose sus mejores ropas y su mejor loción. Llegó temprano y repasó en su mente todos los trucos que conocía, cuando de pronto entró un pequeño niño, era imposible no pensar en el niño que nunca tuvo con Irina, lo saludó amablemente mientras se escuchaba a lo lejos la voz de una señora que muy probablemente buscaba al niño; Gustavo le entregó una carta, el joker, a la par lo despeinaba ligeramente y le decía que regresara con su madre. Después de éste suceso Gustavo no pudo evitar dar un suspiro que parecía no terminar, metió la mano a uno de sus bolsillo y sacó una foto de su musa, hizo una pequeña sonrisa y dijo -Debes ver éste truco, sin duda será el mejor de todos-.
Gustavo subió al escenario, las personas lo miraban atentamente, tomó su juego de cartas y las luces se apagaron para no volverse a prender.
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